miércoles, 19 de abril de 2023

Lo eché en el fuego, y salió este becerro. Pastor Randall Gamboa.

 Lo eché en el fuego, y salió este becerro.

       Éxodo 32:24.

 

Ya ellos había superado lo más difícil con la mano poderosa del Señor.

Egipto había quedado atrás, y la vida de esclavitud también. Ahora el pueblo que Dios había amado sin condición se dirigía a la tierra prometida para ver con sus propios ojos la promesa hecha a su Padre Abraham. 

Era una cuestión de días, o pocos meses para entrar en ella. Pero no fue así.

La poca paciencia de los habitantes de Israel reveló muy rápido lo que había en cada corazón. No fue suficiente ver una decena de plagas, de milagros, libertad tremenda, y la humillación de su poderoso opresor para estar convencidos de que Jehová era Dios.

Fue un asunto de días, mientras su gran líder Moisés recibía presencialmente la ley de Dios, por cierto, una ley que buscaba la protección de ellos mismos en un mundo corrompido. Les bastó unos días para dudar de Moisés y de Dios.

"haznos dioses que vayan delante de nosotros", le dijeron a Aarón.

En nombre de la verdad, el pueblo siempre ha sido así. Muy rápido se olvida del amor de Dios, y de su misericordia, y caminan detrás de dioses ajenos. Pero que un líder como Aarón, consagrado como sacerdote, que estuvo de cerca en el proceso de liberación, que vio de frente el rostro avergonzado del faraón, y presenció la muerte de aquellos quienes recibieron la ira de Dios directamente, asusta.

Si asusta, porque era el y su familia, los escogidos para mostrar la gloria y santidad de Dios en el cercano tabernáculo de reunión de Dios.

"Lo eché en el fuego y salió este becerro", respondió Aarón a su hermano Moisés, que sabía bien de la fiesta vulgar, pagana e idolatra que habían armado muchos con la complicidad del mismísimo Aarón, servidor del Señor.

Que respuesta más incongruente dio aquel "siervo de Dios", incluso personalmente me asombra que tal acción del sacerdote no tenga repercusiones más severas, por lo menos, no lo veo en la Escritura.

Pero la gran lección para nosotros hoy, es que debemos cuidarnos de ser influenciados por otros cuando se nos demanda firmeza, buen carácter y convicción en el servicio a Dios.

Otra lección, es que nosotros mismos como servidores debemos cuidar nuestra vida espiritual, ya que hoy podemos estar convencidos de la santidad de Dios, y mañana proceder, participar y trabajar en idolatrías.

Aarón fácilmente puede representar a aquellos que están en lugares importantes de servicio a Dios, y ceder para levantarse a comer, beber y regocijarse delante de un becerro de oro hecho a mano.

Moisés destruyó aquel becerro, lo molió, y lo echó en las aguas para darlo a beber demostrando que los ídolos de oro son nada, y que el Dios a quien el servía, era el verdadero Dios.

Aquel día Israel nos recordó que somos todos pecadores, y que fácilmente olvidamos al Dios de nuestra salvación. Así dijo el apóstol Pablo en 1 Corintios 10, enseñando que todas aquellas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros.

Así que, hermanos, esperemos en el Señor y no procedamos con idolatría.

 

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